miércoles, 15 de julio de 2015

Teoría del superpoder

-          Si pudieras tener un superpoder, ¿cuál escogerías?
Es agradable que te hagan preguntas que disparan la imaginación, porque cada pregunta planta una semilla en nuestra mente. Ese desconocido, sin darse cuenta, plantó la semilla de este libro.
Esbocé una sonrisa. Mi primera respuesta fue:
-          ¡Volar...! –y empecé a escenificar- ¿Es un pájaro?¿Es un avión?¿Es supermán? ¡No! ¡Es Maga Despistada!
-          ¿Por qué Maga Despistada?
-          Porque de pequeña quería tener poderes mágicos, pero, en la adolescencia, me consideraba demasiado despistada como para desarrollarlos con provecho.
Hasta aquí, la autobiografía del personaje que presenta esta historia. Disculpen las molestias. (Es preciso salir del egocentrismo para ser un poco más ecocéntrico, pero el ego es un gancho empresarial en Malkuth.)
Mi interrogador sagrado, de algún modo, se percató de mi excentricidad, y supo provocar un poco más mi imaginación.
-          Volar: en efecto: eso es lo que responde el 90% de la población cuando se le hace esa pregunta.
¡El interlocutor perfecto!
-          ¡Espera! Encontré un superpoder que me recuerda a Orfeo, y que me gusta mucho más que el sueño de Ícaro…
(Al fin y al cabo, el destino de Ícaro no había sido muy halagueño. Y, por lo que respecta a supermán, ¿no estaba cansado de combatir el mal? ¡Ufff!¡Qué pesado es un mundo de buenos buenosos y malos malosos! Muy poco maniqueísta me sentía yo en ese instante hippy de amor cósmico.)
-          Pero…¿qué superpoder, dime?- me insistió.
-          ¡El poder de la poesía auténtica!
-          Eso no es un superpoder. Ya hay poetas.
-          Quiero decir el poder del superpoeta: la comunicación universal.
-          Explícate.
-          Me refiero a la habilidad de comunicarme con cualquier ser –no sólo humano- a un nivel profundo, sean piedras, plantas, animales, formas de conciencia de extraterrestre, astros, galaxias e, incluso, formas de vida que pertenezcan a otras dimensiones.
-          No está mal. Nadie me había respondido eso nunca.
Mi ego y yo se sintieron satisfechos. La noche continuó, desenfadada y feliz, hasta la madrugada. Nunca más volví a ver a ese desconocido. Simplemente, apareció para hacerme la pregunta que cambió mi vida y que originó la extraña investigación que tienes en tus manos.

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