Era de noche: “las estrellas
tiritaban, azules, a lo lejos”; pero no había ni chispa de tristeza. Al revés:
si la Alegría como arcano tuviera su propia carta del Tarot, habría aparecido
en posición central dentro de una tirada. ¡Qué sorprendente parecía aquello,
para un alma de naturaleza melancólica y atormentada! ¿Era acaso el periodo de
euforia de una extraña bipolaridad existencial?
Era uno de esos periodos de la
vida en los que, tras mucho sufrir, te sientes libre, alegre y entusiasta, con
el corazón abierto. Una de esas rachas divinas en las que la vida merece la
pena, en las que la inspiración te suele violar por el camino. Una de esas etapas en las que te deshaces
de todas las ataduras, formas una banda de música experimental -sin experiencia
previa- y te vas a rular por ahí en vez de suicidarte. ¡Te has reinventado
después de que el mundo te jubilara de todos los intentos anteriores de
autorrealización!
Viajábamos en una furgoneta.
Algunos nos acabábamos de conocer. Íbamos a una de esas fiestas de la Luna
Llena que se hacen en las playas del verano ibicenco.
Las islas baleares tienen una
energía mágica autosuficiente. Por eso, es normal que en una de ellas, cuando
la piel está dorada por el sol, una persona desconocida que viaja contigo te
pregunte, sin saber tu nombre, algo tan importante como cuál es el superpoder
que más deseas.
Llegar hasta allí había sido
fruto de una auténtica odisea interior. Era mi primer verano después de
separarme dolorosamente del padre de mi hijo. Mi hijo de tres años dormía en
una sillita junto al conductor, Toni
Lledó, el músico de mi banda, y su hija, Lúa Candela, una de esas hijas de
sangre astral. Sí: estábamos en una isla en verano como una de esas bandas
experimentales con un nombre extraño que nadie recuerda: D-Krostings. Habíamos conocido a la compañía Domo Sapiens
Circus, y la mezcla de circo, música y poesía nos llenaba de entusiasmo, y
nos hacía conocer a personas muy especiales.
***
Todo eso sólo son los elementos simbólicos de una historia que revela que me encontraba en pleno Netzach, en el lugar simbólico de Venus, donde la felicidad consiste en el arte y las comunas, donde el hemisferio derecho se desarrolla y el análisis racional es sustituido por la intuición.Venus buscaba la alegría, que venía regida por la risa niña de haber perdido el miedo, de no temer nunca más a la muerte, el dolor, el olvido, la frustración de los deseos.
Alice Vannoy me lo había dicho años atrás:
- Tu arquetipo es el de la alegría.
Y así me decidí a transitar un camino en el que se aprende del gozo, y en el que el gozo es virtud. Como decía Epicuro, es más importante con quién comes que lo que comes.
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